lunes, 11 de julio de 2011

10.11 h Aeropuerto Internacional Viru-Viru, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Domingo 10 de Julio del 2011


Llevamos más de 6 horas en este aeropuerto. La espera se hace larga,  tediosa, infinita. Sabemos que nos quedan 3 horas y media por delante y más que la paciencia parece que se han roto las ganas. Estoy cansado y ha llegado al momento en el que me da igual esperar más, aunque no tenga mucha gana de hacer nada. La resignación me ha envuelto con sus brazos y no parece querer soltarme.

Fuera mientras tanto hace sol. Es curioso, el magnetismo del astro rompe voluntades. Dan ganas de salir a disfrutar de él, y que cojones lo voy a hacer. Fuera el clima es cálido. Son las 10.00 de la mañana de un día de invierno y sin ser sofocante, el calor es considerable. Maravillas del clima tropical.

Me siento en la base de una farola y contemplo, solo miro, no pienso, no siento. No sé, me da la sensación de que estoy ante un país con una injusticia que va más allá del tópico, una injusticia enraizada en lo más profundo del ser de este estado. La primera impresión que me llevo del país es cruda, real como el vivir. Me rodean campos de cultivo, el aire lo reafirma con sus olores. Así es la realidad, seca y tosca como un ladrillo.

Campos y campos de tierra rica parecen surcar estas tierras, seguramente las suficientes para dar de comer al menos a tres Bolivias, y sin embargo el país sigue hundido en la miseria. Que jodido es que en la suerte tenga depositadas sus esperanzas el desafortunado. Parece ser que tenía razón mi amigo “el argentino” cuando me contaba que en Bolivia se me abrirían los ojos. No llevo ni un día y ya han empezado a hacerlo.

Impresiones al sol en una soleada mañana del oriente Boliviano.

Iñigo

No hay comentarios:

Publicar un comentario