domingo, 28 de agosto de 2011

Un mar colgado del cielo: El lago Titicaca


9.06 AM - 21/08/2011
Lago Titicaca

El barco  se abre paso entre las aguas del lago. Estamos a 4000 metros sobre el nivel del mar en un mar en toda regla. 360º de agua nos rodean, kilómetros y kilómetros allá donde pongamos los ojos. Estamos dejando la isla del sol atrás y la de la luna ya no es posible divisarla. Nos dirigimos a Copacabana balanceándonos con el ir y venir de las olas  que surcan el lago, poniendo de esta manera punto y final a la aventura que comenzamos ayer a las 13.30 cuando partimos de Copacabana con destino a la zona sur de la isla del sol.


El 20 de Agosto  de 2011 en torno a las 15.00 poníamos pie en la isla del sol.  Ante nosotros se abría una bahía con unas inclinadas paredes de piedra que surcaban unas escaleras custodiadas por las estatuas de dos incas. Víctor decía haber conocido a gente que pretendía cruzar la isla hasta el norte ese mismo día. La logística se aceleraba. Ante nosotros aparecía la  alternativa que suponía una inmejorable opción para plantarnos en La Paz algo después de la hora de comer del domingo. Un problema, aún así. A Albert el viaje no le había sentado bien. Se encontraba débil y la cabeza le dolía horrores. Malos augurios para poder llevar a cabo el nuevo plan que se acababa de plantear. Pues bien Víctor y yo decidimos esperar un poco y tratar de tantear a Albert con subir los 200 metros de altura que había hasta el punto alto del pueblo, con tal de ver si Albert podía encarar la caminata hasta el norte. Por suerte, se encontró bien y pudimos proceder a marchar hacia el norte junto con los catalanes, españoles y el mexicano que Víctor había conocido.


Una vez subido el cerro de al lado del pueblo del sur, nos dividimos. Albert, Víctor y yo nos dirigimos junto al mexicano a un mirador desde donde ver la inmensidad del lago en sus dos o más orillas, con el macizo del Illampu presidiendo una de las vertientes. Tras contemplar maravillados una vista de 360º del lago, procedimos a reengancharnos con el camino que nos llevara al norte. Sin embargo unos coetáneos nos avisaron de que en el caso de coger el camino que teníamos pensado deberíamos pagar 10 Bs. y nos aconsejaron coger el camino que bordeaba el cerro que estaba en frente nuestro con tal de no pagar. Teniendo en cuenta que 2 de los presentes era catalanes, se opto por seguir la tradición catalana y evitar el pago, aunque en vez de bordear el cerro optamos por subirlo con tal de ganar perspectiva una vez llegados a la cima.


Ganada la perspectiva, fuimos bajando por terrazas preincaicas hasta el valle, mientras observábamos las colinas, bahías, bosques que conformaban la isla.  Una vez abajo nos dirigimos al pueblo, donde nos encontramos con el cobrador del frac, sin frac y con sandalias esta vez, pidiéndonos 15 Bs. para seguir el camino. No salió bien la maniobra del ahorro visto lo visto. Por ello resignados, seguimos adelante y llegamos a una preciosa playa con un encanto muy especial ¡Que armonía! La playa me recordaba al inicio de “La delgada línea roja”. Había en ella algo especial, tal vez sea el hecho de estar a 4000 metros en un lago, tal vez la sensación de virginidad o tal vez la el brillo del atardecer en la aguas de la bahía, no lo sé la verdad. Lo que si se es que en ella sentía como el descanso del alma parecía hacerse uno con el status-quo de la naturaleza, conectando esta con lo más propio de cada uno. Sabía que cada paso adelante que daba era un paso menos en esa playa y sin embargo no podía evitar escapar de aquel paraíso terrenal.

El tiempo apretaba cada vez más. Lorenzo asomaba cada vez desde más abajo, por lo que era necesario comenzar a subir la colina que nos llevara a Challa Pampa, meta de nuestra marcha por la isla del sol. Una vez llegados a Challa Pampa decidí comenzar a escribir un rato mientras los demás buscaban alojamiento. Quería plasmar la magia de la isla en algunas líneas, y que mejor momento que un anochecer en la preciosa bahía de Challa Pampa. Las vistas eran de postal. Nos encontrábamos en un pueblo pesquero en el cielo del mundo. Cerdos, ovejas, burros y llamas por doquier. Barcos amarrados en la bahía, embarcaderos que se adentraban en las profundidades del lago y un cielo que por momentos se volvía cada vez más bello. Todo quieto, como si lo hubieran dispuesto para que yo me parara a observarlo. Por un momento me sentía una de las personas más afortunadas del mundo, un autentico privilegiado. Sin haberle pedido nada, la naturaleza me ofrecía gran parte de su riqueza y yo gustoso no podía hacer otra cosa que aceptar acceder a ella.

Al rato nos encontramos con los catalanes de los que nos habíamos separado y juntos cenamos unas truchas del lago, formato petit suisse, antes de irnos bastante temprano a la cama con tal de despertarnos al día siguiente para ver el amanecer, dando por terminada la aventura del día.

Iñigo

viernes, 12 de agosto de 2011

El agro boliviano: Un microcosmos al margen de todo


Ya estamos de vuelta en Sucre. Han sido 3 días y 3 noches en Sopachuy, San Jose y Tarvita. Una buena inmersión en el agro boliviano, un mundo diferente a todo lo visto. Carreteras sin asfaltar, calles de tierra, animales sueltos por los pueblos, uso intensivo de sandalias y sombreros de vaquero a lo Clint Eastwood o una vida que se rige según las horas que marca el sol son entre otras cosas parte de este micromundo. Un microcosmos que parece vivir en una constante falta de inercia con el sol como manilla de reloj inerte. Las horas parecen no pasar si miramos a Lorenzo, sin embargo es bajar la vista mirada al suelo y darse cuenta del ir y venir de segundos, horas y minutos.

Por el contrario no todo se mueve al lento compas marcado por el sol. Las estaciones parecen haberse vuelto locas. Parece verano y sin embargo estamos en invierno. A diferencia de lo que podáis creer las estaciones no las marcan ni los latigazos del sol, ni la temperatura, sino la lluvia. Los ríos son buenos testigos de ello. En su camino hacia las tierras bajas y el mar atlántico dejan al descubierto cantidad de piedras y terreno arenoso, surcando valles y dejando a un lado la curiosa cordillera de los sombreros con sus cimas redondeadas.

Entrando más en el campo de la experiencia, el lunes y el martes nos dedicamos a entrevistar a diferentes personas de Sopachuy entre ellos la directiva de APROCMI, asociación de productores agrícolas del pueblo. También aprovechamos para subir un montecito desde donde disfrutamos de una maravillosa vista del valle y los dos ríos que surcan Sopachuy y para conocer a gente muy agradable como Sabino el veterinario e incluso una alemana de dos metros que respondía al nombre de Anita, no quiero saber como de alta es Ana. Por otro lado el miércoles pudimos visitar la planta a medio construir de APASTA, la asociación de productores agrícola de San Jose, donde nos invitaron a un desayuno de Api amarillo y nos dieron una bolsa con productos de la asociación, entre ellos el adictivo tostado de amaranto. Creo que lo mezclan con opio o nicotina porque difícilmente puedes parar de comerlo una vez has abierto la bolsa.

Después de esta visita, agarramos la pick-up de Alex y en la volqueta nos dirigimos a Molleni donde después de descargar unos maderos y recoger del suelo unas semillas de garbanzos, asistimos a una reunión de una comunidad quechua, imposible más autentico. La realidad del agro chuquisaqueño en el cobertizo de un edificio blanco a medio caerse en un prado seco como la mojama. Tras la reunión bajar hasta Tarvita, pueblo que se haya muy cerca del culo del mundo, astillada en la comida, y a hacer tiempo hasta poder agarrar el bus a Sucre.

El bus otra experiencia tantrica. 9 horas de encierro en los asientos más incómodos de Bolivia y posiblemente del hemisferio sur. Con decir que en la volqueta de la pick-up íbamos más cómodos queda todo dicho. Tras la penitencia llegamos a Sucre a las 2 am y nos alojamos en el albergue internacional para dar fin a la aventura por el interior chuquisaqueño.

Un abrazo a todo y desearme salud que estoy cansado de guardar reposo en la puta cama.
Iñigo

viernes, 5 de agosto de 2011

El altiplano: La tradición y la política institucional



El altiplano es por el momento y lo seguirá siendo durante mucho tiempo un lugar aislado. Una llanura rodeada de montañas de gran tamaño, con pocas y muy primarias carreteras que accedan a ella que facilitan el mantenimiento de culturas milenarias. Orografía e infraestructura dan buena cuenta de la autenticidad de estas tierras. La gran estepa del continente americano da cobijo a aimaras, quechuas, la pachamama, pichar coca, el tío de Potosí, paisajes vírgenes y costumbres de otra época entre otras cosas, que siguen impregnando cada segundo de la vida. 

Aquí la vida se rige por otras variables. Poca occidentalización y un fuerte componente identitario indígena marca la forma de actuar y ser de la gente. Para que os imaginéis y aunque solo sea la punta del iceberg, los zapatos son cosa de las nuevas generaciones. El boliviano indígena lleva sandalias y por mucho que vea a los cholos llevar zapatos, no cambiara sus costumbres. Sin embargo, sí que hay algo que me llama la atención en cuenta a similitudes con otros países del mundo. 

El sábado pasado acabamos en medio del altiplano contemplando un acto de inauguración de las obras de una carretera que conectara La Paz con la frontera chilena. Sorprendentemente lo que tenía que ser un simple acto de inauguración de una obras acabo degenerando en un mitin del MAS, donde casi se elevo a la santidad a Evo Morales, se llamo al control social de la empresa adjudicataria de la obra y se cargo contra el voto nulo en la elecciones judiciales entre otras cosas. El ambiente olía a sudor de salva patrias, personas que se creen moralmente superiores a los demás y que en su dogmatismo son incapaces de servir a su sociedad atendiendo a los matices que en ella abundan. En cierta forma el mitin daba la sensación de que en Bolivia si no estás con el MAS, partido gobernante, estás contra ellos.

Agitadores de este hecho los gobernantes realizaban discursos empleando dialécticas de bueno y malos, añadiendo fuertes dosis de populismo a sus discursos, con tal de meterse a las clases indígenas, próceres del cambio, en el bolsillo con tal de poder manejarlas a su antojo. Poco mensaje racional y kilos de emotividad e forma de mensajes panfletarios resumirían el acto.

Como veis no solo en España la política esta devaluada. Rubalcaba creyéndose el azote de los bancos o Rajoy el mesías que salvara a España sin programa alguno, no son nada diferentes a los políticos del mitin en el altiplano ¿Hay alguna honestidad en ellos más allá de los cálculos políticos? ¿Alguno de ellos tiene algo de coherencia y está dispuesto a llevar a cabo cosas por las que realmente cree sin importarle seguir en el poder? Se echan en falta políticos honrados y honestos que digan las cosas tal cual son, aunque todo sea dicho, dudo que la sociedad esté preparada para valorar a este perfil de políticos, al fin y al cabo principalmente somos una cuadrilla de pánfilos conformistas sin mucha más preocupaciones que nuestro ocio personal y privado.