viernes, 12 de agosto de 2011

El agro boliviano: Un microcosmos al margen de todo


Ya estamos de vuelta en Sucre. Han sido 3 días y 3 noches en Sopachuy, San Jose y Tarvita. Una buena inmersión en el agro boliviano, un mundo diferente a todo lo visto. Carreteras sin asfaltar, calles de tierra, animales sueltos por los pueblos, uso intensivo de sandalias y sombreros de vaquero a lo Clint Eastwood o una vida que se rige según las horas que marca el sol son entre otras cosas parte de este micromundo. Un microcosmos que parece vivir en una constante falta de inercia con el sol como manilla de reloj inerte. Las horas parecen no pasar si miramos a Lorenzo, sin embargo es bajar la vista mirada al suelo y darse cuenta del ir y venir de segundos, horas y minutos.

Por el contrario no todo se mueve al lento compas marcado por el sol. Las estaciones parecen haberse vuelto locas. Parece verano y sin embargo estamos en invierno. A diferencia de lo que podáis creer las estaciones no las marcan ni los latigazos del sol, ni la temperatura, sino la lluvia. Los ríos son buenos testigos de ello. En su camino hacia las tierras bajas y el mar atlántico dejan al descubierto cantidad de piedras y terreno arenoso, surcando valles y dejando a un lado la curiosa cordillera de los sombreros con sus cimas redondeadas.

Entrando más en el campo de la experiencia, el lunes y el martes nos dedicamos a entrevistar a diferentes personas de Sopachuy entre ellos la directiva de APROCMI, asociación de productores agrícolas del pueblo. También aprovechamos para subir un montecito desde donde disfrutamos de una maravillosa vista del valle y los dos ríos que surcan Sopachuy y para conocer a gente muy agradable como Sabino el veterinario e incluso una alemana de dos metros que respondía al nombre de Anita, no quiero saber como de alta es Ana. Por otro lado el miércoles pudimos visitar la planta a medio construir de APASTA, la asociación de productores agrícola de San Jose, donde nos invitaron a un desayuno de Api amarillo y nos dieron una bolsa con productos de la asociación, entre ellos el adictivo tostado de amaranto. Creo que lo mezclan con opio o nicotina porque difícilmente puedes parar de comerlo una vez has abierto la bolsa.

Después de esta visita, agarramos la pick-up de Alex y en la volqueta nos dirigimos a Molleni donde después de descargar unos maderos y recoger del suelo unas semillas de garbanzos, asistimos a una reunión de una comunidad quechua, imposible más autentico. La realidad del agro chuquisaqueño en el cobertizo de un edificio blanco a medio caerse en un prado seco como la mojama. Tras la reunión bajar hasta Tarvita, pueblo que se haya muy cerca del culo del mundo, astillada en la comida, y a hacer tiempo hasta poder agarrar el bus a Sucre.

El bus otra experiencia tantrica. 9 horas de encierro en los asientos más incómodos de Bolivia y posiblemente del hemisferio sur. Con decir que en la volqueta de la pick-up íbamos más cómodos queda todo dicho. Tras la penitencia llegamos a Sucre a las 2 am y nos alojamos en el albergue internacional para dar fin a la aventura por el interior chuquisaqueño.

Un abrazo a todo y desearme salud que estoy cansado de guardar reposo en la puta cama.
Iñigo

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